lunes, 7 de marzo de 2011

Evidencia fósil de vida extraterrestre?

Recientemente en el Journal of Cosmology, Richard Hoover investigador del Centro Espacial Marshall de la NASA, ha publicado los resultados de un estudio llevado a cabo sobre los restos de un tipo muy poco frecuente de meteoritos, recolectados en zonas como la Antártida, Siberia y Alaska. En esencia, Hoover descubrió unas estructuras fosilizadas similares a bacterias (específicamente cianobacterias) en el interior de meteoritos condritos carbonáceos del tipo CI1.


Microfósil de un filamento de crecimiento polarizado, sinuoso, con un extremo helicoidal que contiene un apéndice cónico (<1.3 μm) y un heterociste terminal,  características muy similares a las de la cianobacteria  Cylindrospermopsis sp.


En nuestro sistema solar, los meteoritos condritos carbonáceos son considerados de los más antiguos, además de caracterizarse por tener cantidades considerables de agua, un porcentaje significativo de carbono y algo de oxígeno, lo cual los hacen buenos candidatos para transportar moléculas orgánicas más complejas que podrían haber llegado a la Tierra hace miles de millones de años. Los del tipo CI1 son muy escasos y se caracterizan porque cerca del 20% de las moléculas minerales que los conforman se encuentran hidratadas, de manera similar a las arcillas. 


En este tipo de meteoritos, usando técnicas de cromatografía (HPLC) se han encontrado trazas de aminoácidos como la alanina, glicina, etc. Cuando analizaron estas biomoléculas por espectrometría de masas, determinaron que las abundancias isotópicas del carbono, especialmente de carbono-13 son diferentes a los encontrados en muestras terrestres, lo que indica que estas biomoléculas son propias del meteorito y no son producto de una contaminación con biomoléculas de la Tierra. Las características que presentan estos meteoritos permiten la existencia de moléculas biológicas complejas como los ácidos nucleicos, clave para que haya vida.


Para determinar si los meteoritos portaban fósiles de formas de vida extraterrestre, se procedió a tomar muestras del interior de las rocas, manteniéndolas confinadas en cámaras especiales y usando equipos esterilizados a fin de evitar cualquier tipo de contaminación. Las muestras fueron analizadas mediante microscopía electrónica de barrido de emisión de campo, observándose microestructuras filamentosas integradas a la superficie de las pequeñas partículas del meteorito.


El tamaño y las características morfológcas (tricomas) de estos filamentos son similares al de las cianobacterias. Por ejemplo, hay filamentos con las dimensiones de la cianobacteria filamentosa Spirulina subtilissima (diámetro del filamento de 0.6 a 0.9μm) y S. laxissimai (diámetro del filamento de 0.7 a 0.8μm). Aunque también se podrían parecer a los filamentos de bacterias fototróficas anoxigénicas como las bacterias verdes no del azufre (Chloroflexi). Pero lo mas interesante es que adicionalemnte Hoover encontró fósiles que evidencian estructuras celulares especializadas que las cianobacterias usan para su reproducción (baeocitos, acinetos y hormogonios), para fijar Nitrógeno (heterocistes basales o apicales) y para su movilidad (fimbrias).


Al respecto de su publicación Hoover señala: "En muchos casos los microfósiles son reconocibles y pueden ser relacionados con especies genéricas ya conocidas, pero algunos son verdaderamente extraños y no se parecen a nada que pueda identificar. Interpreto que es un indicio de que la vida está distribuida más allá de los límites que impone el planeta Tierra. Este es un campo de estudio apenas explorado porque, francamente, muchos grandes científicos dirían que es imposible".  Lo que sin duda resulta curioso que un hallazgo de esta magnitud e impacto, halla sido publicado en una revista como el Journal of Cosmology, en lugar de haber recurrido a revistas de la talla de Science, Nature o incluso PNAS, como lo ha hecho la doctora Pizzarello en descubrimientos no tan relevantes en el mismo tipo de meteoritos.


Dada la controvertida naturaleza del descubrimiento, el doctor Rudy Schild, del Centro Astrofísico Harvard-Smithsonian y editor del Journal of Cosmology, ha invitado a 100 expertos y a más de 5.000 científicos para que revisen el artículo y ofrezcan sus análisis críticos.

Izquierda: Filamento que evidencia glóbulos ricos en Azufre (S) y una terminación redondeada (R) que es similar en tamaño, morfología y composición interna a la bacteria terrestre Titanospirillum velox.


Referencias:
(1)  Pizzarello S, Williams LB, Lehman J, Holland GP, Yarger JL. 2011. Abundant ammonia in primitive asteroids and the case for a possible exobiology. Proc Natl Acad Sci U S A.  Feb 28. [Epub ahead of print]. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21368183
(2) Richard B. Hoover. Fossils of Cyanobacteria in CI1 Carbonaceous Meteorites. Journal of Cosmology, 2011, Vol 13. http://journalofcosmology.com/Life100.html

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