miércoles, 4 de agosto de 2010

Hot, Deep, and Alone

Una de las preguntas más frecuentes que se hacen los científicos cuando se plantean la posibilidad de encontrar vida en otros planetas es si algún organismo es capaz de vivir de forma independiente, sin necesidad de recibir la luz del sol o de alimentarse de otros seres vivos. La duda ha quedado siempre sin respuesta. El descubrimiento en una mina de oro, a casi tres kilómetros de profundidad, de una nueva bacteria ha conseguido abrir una nueva puerta hacia la investigación en astrobiología.
El hallazgo supone la primera prueba de un ecosistema formado por una única especie biológica. La bacteria encontrada en una nueva galería de la mina de oro de Mponeng, cercana a Johanesburgo (Sudáfrica), en condiciones anoxigénicas y de total oscuridad, a más de 60 grados centígrados de temperatura, vive de forma totalmente aislada de otras formas de vida. Se trata de una bacteria mótil, endoesporulante y que consigue sobrevivir en un hábitat semejante gracias a la energía que extrae, no del Sol, sino del hidrógeno y del sulfato producidos por la descomposición radiactiva del uranio presente en la mina. Además, como vive aislada de otras formas de vida, obtiene sus moléculas orgánicas de la humedad presente en la tierra, del carbono inorgánico de las rocas y del nitrógeno que proviene del amonio que rodea los minerales. Además, el agua en la que vive no ha visto la luz del día en más de 3 millones de años, lo cual indica lo antigua que es esta especie.
El nombre propuesto para esta nueva bacteria es Desulforudis audaxviator. Este nombre procede de la literatura de ciencia ficción del maestro Julio Verne. En un momento de su Viaje al centro de la Tierra, el protagonista, el profesor Lidenbrock, descifra un mensaje que dice en latín: "desciende, 'Audax viator', y alcanza el centro de la Tierra".
Casi todos los organismos viven en comunidades, con diferentes papeles dentro de cada ecosistema, pero Desulforudis audaxviator es el único miembro de este ecosistema, algo inédito en el mundo microscópico. Este descubrimiento ha sido reportado en Science (Vol. 322, pp. 275 – 278) y plantea que en el largo trayecto evolutivo hasta las profundidades de la Tierra, esta bacteria ha conseguido hacerse a un arsenal de genes que le permiten hacer cosas muy poco frecuentes en otras formas de vida. El análisis de su genoma demuestra que Desulforudis audaxviator posee genes que presentan una elevada homología con genes de otros organismos, como las arqueas, hecho que permite suponer que el proceso de transferencia horizontal ha debido jugar un papel importante en la configuración actual de su genoma. Gracias a estos genes, ha podido enfrentar una serie de condiciones adversas mediante diferentes estrategias, tales como: la obtención de nitrógeno directamente del nitrógeno elemental del medio ambiente, el uso exclusivo de materia inorgánica, o el hecho de convertirse en una espora cuando hay periodos pobres en nutrientes o protegerse a sí mismo del ataque de los virus. Tiene además los genes que producen todos los aminoácidos que necesita.
Los científicos creen que Desulforudis audaxviator representa al tipo de organismo que podría sobrevivir bajo la superficie de Marte o en una de las lunas de Saturno, Enceladus.

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